jueves, 1 de septiembre de 2011

INTRODUCCIÓN


Este trabajo comenzó a desarrollarse, a partir de la lectura de otro libro: “15 días que estremecieron al Uruguay” de Álvaro Rico.[1] La lectura de ese minucioso registro de la huelga contra la dictadura, y muy especialmente, aquellos referidos a la participación del gremio ferroviario en dicha gesta del movimiento sindical, fueron el disparador inicial de esto que hoy ofrecemos.
Originariamente, este trabajo no pretendía ser un libro y menos aun, una historia del gremio ferroviario. Tenía el único propósito de esclarecer algunos hechos, que en el trabajo de Álvaro Rico, considerábamos que no estaban registrados en forma correcta o eran equivocados. Y también, consignar algunas omisiones que existían sobre la huelga general, referidos a los trabajadores ferroviarios.
Sabido es que sobre nuestro pasado reciente, en lo que respeta a una valoración del papel cumplido por el movimiento popular, existe aún un debate en el que lejos se está de arribar a una síntesis colectiva. Por esa razón, consignar omisiones o anotar valoraciones erróneas, era entrar en ese terreno aún en disputa y plagado de valoraciones subjetivas.
Por esa razón, la tarea que nos propinamos, no debía quedar librada exclusivamente a nuestra memoria. Debía estar cargada del rigor, que de alguna manera reclamábamos a los demás. Para ello, contábamos con un archivo documental personal, que sería una valiosa herramienta.
A partir de allí, el inevitable reencuentro con una historia que superaba los días que duró aquella huelga general contra la dictadura y los hechos puntuales sobre los que queríamos arrojar luz y claridad.
Por esa razón, sin renunciar al objetivo original, concluimos había llegado la hora de empezar a saldar una asignatura pendiente con una parte importante de nuestra vida, aquella que justamente se desarrollo a partir de nuestra condición de trabajador del riel y militante de su gremio.
No fue ajeno a este nuevo propósito al que dimos comienzo a principios de año 2006, los incentivos recibidos de Hugo Cores, quien continuamente nos reclamaba escribir sobre la historias de las luchas populares.
Personalmente, desarrollé mi actividad como telegrafista en la Administración de los Ferrocarriles del Estado en dos periodos muy ferméntales de la historia del gremio ferroviario; uno previo a la dictadura, que se inició en 1962 y que concluyó en 1973, pocos días después de finalizar la huelga general, cuando fui detenido por las fuerzas armadas de la reciente instalada dictadura cívico-militar. Estuve confinado en el Penal de Libertad durante seis años y medio, al tiempo que era destituido de afe.
El segundo periodo, se inicia en 1985, cuando reestablecida la democracia en el Uruguay, merced a la lucha del movimiento popular, somos nuevamente incorporados a la administración de los ferrocarriles al igual que muchos otros ferroviarios destituidos.
Esa última etapa concluye en 1989, cuando los embates liquidadores de la política neoliberal contra el ferrocarril, envía a “disponibilidad” a miles de ferroviarios con miras a que sean incorporados a otras áreas del Estado.
Distintas circunstancias –la dictadura y las políticas privatizadoras de los gobiernos blancos y colorados – nos llevaron primero entre 1982 y 1985 a desarrollar actividad laboral y sindical en el Sector pesquero y luego a desempeñarme como funcionario del Poder Judicial entre 1992 y 1995. En ambos lugares, también desarrollé una activa vida gremial.
En uno y otro lado, no dejamos nunca, de sentirnos ferroviario.
En esto que hoy ponemos a consideración de los lectores, creemos que ha llegado la hora de darle uso, a los incontables boletines, documentos e informaciones que durante tantos años hemos conservado, sobreviviendo a allanamientos y a periodos donde un boletín gremial ponía en peligro la libertad de las personas.
Influenciados por una tradición que viene de la cultura de los anarquistas, con quienes nos formamos como sindicalistas, siempre valoramos a la cultura obrera materializada en sus órganos de prensa y en los boletines gremiales. Eso explica, el profuso archivo personal que fuimos conformando a partir de nuestro pasaje por cada uno de esos lugares en que debimos trabajar y asumir responsabilidades gremiales.
Siempre pensamos, que era fundamental dejarle a los nuevas generaciones de sindicalistas, un testimonio de la historia de esos instrumentos de lucha de los trabajadores.
Por esa razón cuando abandonamos nuestras tareas sindicales y laborales en el sector de la industria pesquera y en la cupip,[2] entregamos casi todos los documentos que habíamos recopilado durante esos años de reorganización del movimiento sindical y de la primera experiencia de sindicalización de los trabajadores de las plantas procesadoras de pescado. Hugo Negrín, Alejandro Hurcade y Francois Graña,[3] fueron los depositarios, ya que continuarían algunos años mas, en esa actividad.
Hoy, creemos que también son un aporte para documentar algunos aspectos de una historia que no se encontrará en los libros oficiales. Y porqué no, para que la otra historia, la que escriben historiadores e investigadores interesados en documentar la verdadera historia de los pueblos, tenga una materia prima documental que evite caer en versiones incorrectas o parciales.
He aquí entones, el disparador de este libro. Libro que no es la historia del gremio ferroviario, sino una historia de ferroviarios.
Muchos de sus protagonistas, ya no están entre nosotros. Otros están desperdigados en la mayoría de las oficinas y reparticiones del Estado, a partir de la política de liquidación llevada a cabo en los ferrocarriles uruguayos. Esta es UNA historia de ferroviarios, que necesitara de OTRAS, para rescatar una porción de la historia de nuestro movimiento sindical.
Quizás para muchos, este trabajo se parezca a un estudio de una especie en vías de extinción. La paulatina – y hasta hora continua labor de destrucción del transporte ferroviario – parece también amenazar a una cultura ferroviaria que se acuño a partir de la existencia en el país de este medio de transporte y sus particularidades. Esa “cultura ferroviaria”, haciendo uso de su definición más amplia, se ha seguido condensando, a pesar de todo, allí en otros ámbitos del Estado donde sus portadores han tenido que ir a parar y en los pocos sobrevivientes que aún sostienen lo poco que queda de afe. De ahí que este humilde aporte a sus orígenes y su historia, no será un esfuerzo vano.

El autor.
Julio de 2006 – julio 2008-setiembre de 2011.
[1] “15 días que estremecieron al Uruguay. Golpe de estado y Huelga General. 27 de junio – 11 de julio de 1973”. Álvaro Rico, Carlos Demasi, Rosario Radakovich, Isabel Wschebor y Vanesa Sanguinetti. Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad de la República. Editorial FIN DE SIGLO, junio de 2005.

[2] Coordinadora Uruguaya de Plantas Industrializadotas de Pescado, que posteriormente modificó su denominación por cutip (Coordinadora Uruguaya de Trabajadores de las Industrializadotas de Pescado).
[3] Hugo, falleció luchando empecinadamente por mantener la existencia de aquel emprendimiento industrial originariamente ideado y materializado por el Centro Cooperativista Uruguayo (ccu) y por mantener la existencia del sindicato allí. Alejandro actualmente desempeña funciones en la industria frigorífica y Francois, es docente de la Universidad de la Republica.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Capitulo I. Los Ferrocarriles

EL COMIENZO.
Los primeros proyectos de transportes ferroviarios en Uruguay datan del año 1860, pero el proyecto que finalmente se concretará será el presentado por Senen Rodríguez seis años después al gobierno del General Venancio Flores, para construir una línea férrea entre los 205 kilómetros que separan a Montevideo de la ciudad de Durazno. Este proyecto finalmente pasa a manos de la "Compañía del Ferrocarril Central del Uruguay". Los trabajos dieron comienzo en 1867, y ese mismo año llego al Uruguay procedente de Gran Bretaña, la primera locomotora, con la que el 1° de enero de 1869 se inaugurará la primera sección de la línea entre la estación Bella Vista y Las Piedras. Las dificultades económicas que sufrió la Compañía del Ferrocarril Central la obligaron a solicitar prestamos de una firma inglesa, la Baring Brothers para continuar la construcción hasta la estación 25 de agosto, la edificación de talleres en Bella Vista y la continuación de la vía entre Bella Vista y lo que posteriormente sería la Estación Central. Finalmente por problemas económicos y cuando sus líneas ya habían llegado a Durazno, la empresa del Ferrocarril Central pasa, el 1° de enero de 1878, a manos de la compañía británica "Central Uruguay Railway Company Limited".
En otro lugar del Uruguay, tratando de salvar las dificultades que existían para la navegación del río Uruguay, se había instalado en el litoral el Ferrocarril Noroeste, cuyo primer tramo fue inaugurado en 1874. Esta empresa también por dificultades financieras paso a manos de los ingleses de la "North Western Uruguay Railway Company”, en 1881.
También la compañía del Ferrocarril Uruguayo del Este que unía la línea férrea hasta Minas, en 1887 pasará a manos de capitales ingleses de "North Eastern Uruguay Railway Ltd.".

EXPANSIÓN.
A partir de la aprobación en 1884 por el Parlamento de la ley de Trazado General de Ferrocarriles, en la que se estableció una garantía de utilidad del 7% sobre una estimación de 5000 libras por kilómetro para las compañías que construían los ferrocarriles, estas como forma de aumentar sus ganancias desarrollaron una política de abaratamiento del costo de las obras y su consiguiente disminución de la calidad de las mismas. Esa situación que unió las ganancias con el kilometraje que se construyera, llevo a que las líneas férreas del Uruguay construidas por las compañías inglesas tengan un excesivo número de curvas y rampas. El llevar a la práctica desmontes, puentes o túneles que posibilitaran un tendido recto de las vías, achicaban las ganancias y por eso no se hicieron. Esta situación origino que, de ahí en más, este hecho se reflejara en una mayor lentitud de los trenes, un menor aprovechamiento de la fuerza de las locomotoras, un mayor consumo de combustible y un desgaste mayor de los materiales.
La presencia de los ferrocarriles produjo un gran estimulo para la incorporación de nuevas áreas a la producción y fue un instrumento muy eficaz para la construcción de mercados para la producción. A su vez contribuyo también, a una integración nacional de nuestro territorio colaborando en la población de nuestra campaña[1].
Si bien la ley de Trazado General de Ferrocarriles también había establecido que el Estado uruguayo intervendría en la fijación de las tarifas cuando las utilidades de las empresas excedieran determinado porcentaje[2], las compañías inglesas presentaban balances adulterados para no llegar a esos limites de las utilidades y así no habilitar la intervención del Estado que le podía poner limites a las tarifas. De esa manera manejaban a su antojo y arbitrio los precios que se debían abonar por sus servicios.
En 1905, se registra una huelga del personal ferroviario[3].
En febrero de 1908, estalló otra huelga de los obreros ferroviarios. Diarios conservadores e industriales de la carne, sostenían que el conflicto paralizó los saladeros y frigoríficos, ya que los estancieros enviaban solamente un 30 % de su ganado “caminando”, siendo el resto conducido por ferrocarril[4].
Según consigna Barran y Nahum, los obreros ferroviarios habían elegido bien el momento de iniciar la huelga. El 4 de enero hasta el 24 de febrero, momento en que se realizaba la matanza de ganado[5].
En 1915 el Estado se hizo cargo del Ferrocarril y Tranvía del Norte que unía a Montevideo con la Barra de Santa Lucia y en 1920 se le sumaron tres ramales ferroviarios en quiebra creándose los "Ferrocarriles y Tranvías del Estado" (fte).
Como para llegar al puerto de Montevideo los trenes estatales debían hacerlo usando las vías del Ferrocarril Central que era una empresa privada y extranjera, para competir con esta, se desarrolló una política de construir carreteras paralelas a las vías por donde los autobuses y camiones compitieron desde entonces con los trenes.

NACIONALIZACIÓN
El 31 de diciembre de 1948 el parlamento uruguayo aprobó la adquisición de los ferrocarriles en manos de las compañías inglesas, al mismo tiempo que también nacionalizó los tranvías eléctricos y las aguas corrientes en poder de los ingleses. Como Gran Bretaña, mantenía con nuestro país una deuda de 17 millones de libras de exportaciones cumplidas durante la segunda guerra mundial por Uruguay con destino a aquel país, que de alguna manera fueron saldadas mediante aquellas nacionalizaciones.
El 31 de enero de 1949, la nacionalización se llevó a cabo y en agosto el Ejecutivo propuso la creación de la Administración de Transportes Terrestres del Estado (atte), que ejercería el monopolio del transporte de pasajeros y carga por vía terrestre; la explotación y mantenimiento de la red ferroviaria y la explotación de los servicios carreteros usufructuando las rutas construidas y mantenidas por el Ministerio de Transporte. Dicho monopolio se efectivizaría en forma progresivamente mediante la expropiación de las empresas privadas como forma de evitar la competencia. Era demasiada audaz la propuesta, ya que afectaba seriamente los intereses de las empresas privadas fuertemente vinculadas al poder político. Por esa razón no paso de ser una buena intención que nunca llegó a concretarse y más bien las cosas se movieron en un sentido opuesto. El nuevo ente quedó limitado en sus funciones a la explotación del transporte ferroviario y sufriría una agresiva competencia de los transportes carreteros privados.
El Estado uruguayo mantuvo entre 1949 y 1952, dos administraciones ferroviarias: la del Ferrocarril Central para las compañías que habían sido nacionalizadas y los FFCC y Tranvías del Estado. La fusión de estas dos recién se realizará el 19 de setiembre de 1952 con la creación de la "Administración de Ferrocarriles del Estado" (afe).
CRISIS
Dos años antes de la creación de afe, el Ferrocarril Central había comprado en Alemania 5 modernas locomotoras a vapor[6], que serían las últimas a vapor incorporadas a nuestros ferrocarriles. Un año después, en 1951, incorporaría las tres primeras locomotoras diesel eléctricas marca alco y ya creada la afe otras 20 locomotoras diesel General Electric de línea principal y tres de maniobras, además de 16 coches holandeses Allan y siete coches "Simmering Graz Pauker" austríacos. Tres años después, en 1954 se incorporaron 27 locomotoras General Electric de línea principal y 11 de maniobras
Esto que podía interpretarse por un interés de modernizar e impulsar a los ferrocarriles estatales, no fue acompañado por inversiones para la renovación de las vías, por lo que se agudizó el deterioro ya existente en la infraestructura, que a su vez produjo efectos catastróficos en el material rodante adquirido.
En 1958 las autoridades ferroviarias contrataron a la consultora francesa “suferrail” para que evaluara el sistema ferroviario y elaborara un informe con las medidas necesarias para su recuperación. La misión francesa recomendó programas de renovación de material e infraestructura, la eliminación de líneas[7] y la reducción del personal[8].
En aquellos días, pudo pensarse que las recomendaciones de la consultora francesa no fueron seguidas y que el mencionado estudio quedó inconcluso. Los hechos de los años posteriores hasta nuestros días, nos demostrarán que las políticas aplicadas por los sucesivos gobiernos en los ferrocarriles superarían largamente las intenciones liquidadoras de los consultores galos.
No puede sostenerse, como muchas veces se dice que los gobiernos no han tenido una política ferroviaria. El no tener una política, fue en el caso de afe, muchas veces una forma de hacer política y ello explica algunas decisiones que se tomaban.[9]
Pese a que las inundaciones de 1959 - mostró a este medio de transporte jugando un papel fundamental en las comunicaciones en todo el país funcionando en condiciones casi normales, encargándose del transporte de los damnificados y del socorro -, no cambiaron las políticas de los gobiernos.
Con el correr del tiempo los servicios fueron disminuyendo en cantidad y calidad, mientras las políticas de los gobiernos apoyaban e incentivaban el aumento descontrolado de la industria automotriz. A su vez menudeaban los aportes económicos del gobierno central a afe, impidiendo mes a mes el pago de los sueldos de su personal. Esa situación, pese a los esfuerzos realizados por las gremiales ferroviarias, generaba inevitables y justos conflictos laborales que afectaban la regularidad de los servicios.
En 1963 finaliza el proceso de “dieselización” del parque ferroviario, con la compra de de 25 locomotoras francesas Alsthom y 14 locomotoras de maniobras japonesas.
La utilización intensiva a la que eran sometidas las locomotoras, a lo que se sumaba el cada día mas agravado estado de las vías, fue provocando muy rápidamente el desgaste de las maquinas originando un consumo de repuestos que agotaron las reservas limitadas que existían. Ese hecho al que se agregaba la falta de un taller de mantenimiento moderno con especialización en ajuste de motores, llevo a la paralización en forma continuada de muchas locomotoras. [10]
En 1967 una comisión especial que se creó para estudiar la situación de afe y elaborar iniciativas para su recuperación, reconocía las ventajas que para la economía del país ofrecía el transporte ferroviario y reclamaba la aplicación de políticas para la coordinación del transporte, la financiación directa de la infraestructura ferroviaria, la capacitación del personal, la reconstrucción de las líneas, la recuperación y adquisición de material rodante.
Pese a que al menos existieron 16 países que ofrecieron material ferroviario y asistencia técnica, para dar cumplimiento a los reclamos de la comisión especial, las mismas no fueron tenidas en cuenta. Solamente se logró el préstamo por parte de la empresa “Fiat” de la Argentina, de un moderno coche motor que durante seis meses unió a la Estación Central con la de Punta del Este, en dos horas veinte minutos. El coche, que competía con las empresas privadas de transporte, fue devuelto y no se autorizo a afe la compra de unidades de ese tipo.[11]
En 1969 el ferrocarril estaba al borde del colapso. Solo estaban en servicio 41 de las 75 locomotoras diesel, 21 de las 28 maquinas de maniobras y 11 de los 31 coches motores. El pago de los sueldos, se hacía en cuotas o con significativos atrasos.
La situación crítica del funcionamiento de los trenes fue atendida, no con la adquisición de repuestos o parque tractivo nuevo, sino con la puesta en funcionamiento de 70 maquinas a vapor, afectando aún mas la eficacia y la rapidez del transporte ferroviario. La angustia del personal para subsistir con ingresos que no alcanzaban para un mes y se cobraban cada 45 días, era olímpicamente ignorada por el Directorio y el gobierno.
Cuatro años después, en 1973 cuando se instala en afe un Directorio militar interventor, solo 21 locomotoras de línea, 14 de maniobras y 7 coches motores, se encontraban en condiciones de prestar servicios.
El directorio interventor militar que se instaló ese año, no estaba librado de la demagogia de los comunicados 4 y 7. Se instaló con un supuesto plan de mantenimiento e inversiones para la recuperación de servicio ferroviario y detener la creciente paralización de los servicios, acompañada de planteos sobre la necesidad de una política nacional de transporte. Planes y proyectos que nunca se concretarán.
Sin embargo, aunque aún poco estudiado y menos aún explicado, la dictadura aplicó algunas medidas que permitieron extender la larga agonía de los ferrocarriles. Cuatro meses después de instalada la dictadura empieza a materializarse una paulatina recuperación de las locomotoras en los talleres de Peñarol que culmina en 1976. Este proceso también es acompañado con la recuperación de de coches motores y la llegada de material usado del ejército estadounidense. Se adquirieron a la fábrica Ganz Mavag, de Hungría, trenes diesel y un moderno taller para la reparación pesada de todos los equipos tractivos.[12] El 25 de agosto de 1982 se inauguraba el puente ferroviario sobre la represa de Salto Grande, creando una conexión internacional con Argentina y Paraguay. El 28 de noviembre de 1982, un tren de pasajeros partía por última vez desde la Estación de Punta del Este, para que poco después fuera levantada la vía entre esa estación y la de Maldonado, pues eran una competencia con las empresas privadas de transporte carretero. La estación se transformo en terminal de ómnibus y en los terrenos ocupados por la línea se construyo una avenida.
Entre 1980 y 1982 se compraron en Alemania de segunda mano 28 ferrobuses, que si bien eran convenientes desde el punto de vista del ahorro en combustible, no estaban adaptados a unas vías en tan mal estado como las existentes. Ello, sumado al constante sobrepeso a los que eran sometidos y al pésimo mantenimiento que tuvieron, llevó a que rápidamente quedaran radiados del servicio.
Con el regreso del país a la democracia en 1985, el directorio que asumió, contrato por trescientos mil dólares una consultora para que realizara un nuevo estudio de factibilidad de líneas y de funcionamiento del ferrocarril. El informe de esta consultora, conocido como el “informe Ferroplan”, proponía cinco "estrategias alternativas" que oscilaban entre el mantenimiento de la red existente (tres mil kilómetros) y el reducirla a solo quinientos kilómetros.
Ninguna de las alternativas se asumirían, ya que el Ministerio de Transportes y Obras Publicas elaboraría su "Plan Nacional de Transporte" en el que a partir de datos adulterados quiso fundamentar a partir de la ausencia total de rentabilidad del transporte ferroviario de pasajeros, un ferrocarril dedicarse exclusivamente al transporte de cargas de mas de 120 toneladas.
Sin quererlo, la huelga ferroviaria de 1985 posibilito que ciertos servicios fueran reemplazados por las empresas de autobuses. Ese año ya se había iniciado un proceso de cierre de estaciones y a establecer un nuevo itinerario de pasajeros en el que se suprimieron los servicios de pasajeros en varias líneas. Posteriormente se siguieron suprimiendo mas servicios, hasta que el directorio decidió darle prioridad absoluta al transporte de cargas, suprimiendo aún más servicios.
En noviembre de 1987 el gobierno presento una propuesta de destinar el ferrocarril únicamente al desplazamiento de cargas masivas a media o larga distancia. Aprobada un mes después el 30 de diciembre de 1987 se suprimieron totalmente los servicios de pasajeros. El 1º de enero de 1988 los trenes corrieron normalmente, mientras que al día siguiente circularon solamente los trenes que tenían como destino Montevideo. A las 11 horas y 41 minutos del sábado 2 de enero de 1988 el último tren de pasajeros, proveniente de Pan de Azúcar, llegaba a la Estación Central. [13]
EL DÍA DESPUES.
Fuera de juego los transportes de pasajeros y de pequeñas encomiendas, las empresas de autobuses, aumentaron desmesuradamente los costos de las tarifas de un día para otro. Decenas de localidades del interior, quedaron prácticamente aislados, pues su atención por parte de los servicios de transportes privados pasó a depender de las utilidades que dichos servicios le podían dejar. Cuando luego de extensos reclamos de los pobladores, estos aparecieron, los servicios que ofrecían estaban muy lejos de satisfacer las necesidades de sus pobladores. Mientras decenas de poblaciones quedaban olvidados en los confines del Uruguay rural, los trenes Ganz Mávag, con solo diez años de uso quedaron depositados en la estación Carnelli para que el tiempo concluyera la acción depredadora de las políticas del gobierno. Las Estaciones empezaron a ser desmanteladas o fueron destinadas a otros fines.
Poco importó lo que le costaba al país el no tener ferrocarril o mantener una parodia del mismo. En las cuentas que sacaba el neoliberalismo, no se incluían lo que significaría el incremento del parque de vehículos automotores, el daño ecológico que implica un parque excesivo de ese medio de transporte, la construcción de nuevos caminos que serían necesario en el futuro y los costos para combatir el desgaste creciente de las carreteras existentes, el incrementos de los accidentes de transito, el incremento desmesurado del consumo de combustible que como no tenemos debemos importar a precios prohibitivos.
Pese a que diversas intendencias del interior se mostraron interesadas en correr trenes de pasajeros para atender los reclamos de sus poblaciones, la administración de afe le imponía costos que hacían imposible la concreción de esas iniciativas. En los costos que pedía la administración, por supuesto que no se tenían en cuenta el servicio social que significaba la atención de esas demandas.
Solo cuando las frecuentes crecientes de los ríos bloqueaban los puentes carreteros, el Ministerio de Transporte se acordaba de la existencia de los ferrocarriles.
La Estación Central intentó ser transformada, en un gran salón de exposiciones y espectáculos y hasta se pensó transformarla en un nuevo Shopping Center o terminal de ómnibus, en el marco de un llamado Plan Fénix, que nunca salio de las cenizas.
En 1990, la Intendencia de Montevideo en manos por primera vez de un gobierno de la izquierda, intentó por iniciativa de una de sus Direcciones hacer volver el servicio de pasajeros. Contrató la circulación de trenes especiales para acercar personas a la fiesta criolla en el Prado desde varias localidades del interior. Pese a que afe puso innumerables obstáculos para que el emprendimiento fracasara, el 8 de abril de 1990, cuando se cumplían 826 días de aquel último tren del 2 de enero de 1988, volvieron los trenes de pasajeros por algunos días. Al año siguiente, el mismo proyecto se repitió y durante tres días los trenes de pasajeros volvieron a correr.
Posteriormente y hasta nuestros días, en forma discontinua y siempre improvisada comenzaron a correr algunos trenes de pasajeros a partir de llamados a empresas interesadas en la explotación de algunas líneas u otras modalidades.
En 1993 y 1994 se pone en práctica el llamado "Plan Maestro para la Reactivación del Ferrocarril", y un año después un nuevo Directorio de afe, estableció prioridades en política de renovación de las vías, orientándola hacia las líneas que sufrirían un importante incremento de tráfico en virtud del desarrollo del área forestal del país.
El 1998, afe vendió la Estación Central al Banco Hipotecario para realización de un proyecto inmobiliario enmarcado en el "Plan Fénix". Se construyó una nueva Estación cercana a la Torre de antel, otro invento del “plan Fénix”, con solo dos vías en una ubicación que en nada favorece el incremento del número de pasajeros que usan el ferrocarril.
En el 2004, gana el gobierno nacional la izquierda, que históricamente levantó la consigna de que “Con el Frente, el tren vuelve”. Pero esa es otra historia que aun esta para escribirse.
Esta apretada síntesis, intenta dibujar el telón de fondo y el escenario donde se desarrollaron las luchas de los ferroviarios durante más de un siglo. En ese escenario, los documentos, las noticias de prensa, los testimonios y los recuerdos, serán los que contarán, UNA HISTORIA DE FERROVIARIOS.
En estas primeras páginas con el que quisimos empezar este trabajo, están los efectos, las consecuencias de las acciones de los hombres. Los que construyeron, destruyeron o fueron indiferentes a los destinos y avatares de los ferrocarriles.
Ahora de lo que se trata, es de poblar ese escenario con la verdadera estatura de sus protagonistas, que nunca será una acción individual, aunque así lo parezca, si no una labor colectiva. De gobiernos y de sindicatos.
[1] Las vías férreas tendidas en el norte, este y litoral (ferrocarril a Melo, Treinta y Tres, Maldonado y Fray Bentos), determinaron un alza inmediata de los campos de Cerro Largo, Treinta y Tres, Maldonado y Río Negro. El ferrocarril transportaba la producción ganadera al mercado capitalino, donde estaban los frigoríficos, y era un instrumento de presión política y militar del gobierno central sobre la levantisca región fronteriza. Ya en 1900, cuando apenas comenzaban a circular los rumores del tendido Nico Pérez-Melo, un aviso de venta de un campo en Cerro Largo, decía sugestivamente: “...si va pronto el Ferrocarril Central a Cerro Largo un hombre especulador podrá sacar más del doble”.( “El Siglo”, 17 de julio 1900. Aviso comercial. Venta de campo). Resumiendo las causas que habían provocado el alza de la tierra, anotó el Director de Avalúos, Senén Rodríguez, en 1910: “...además del firme progreso del País en general, la construcción de nuevas vías ferroviarias que cruzan hoy riquísimas zonas, antes desconocidas para las especulaciones comerciales, el refinamiento de las haciendas, la preferente atención que en algunas regiones se da a la agricultura y por último, la fe siempre creciente en la estabilidad nacional”. Y añadía como probanza del primer motivo lo sucedido “...en departamentos como el de Cerro Largo, donde la propiedad ha triplicado su valor sólo en dos años, desde la construcción de la vía férrea a la fecha...” (República Oriental del Uruguay. Ministerio de Hacienda. Proyecto de Contribución Inmobiliaria para los Departamentos del litoral e interior de la República. Montevideo 1910).En la zona sur, Canelones, San José y Colonia, el área agrícola, la expansión de los cultivos, el aumento de la población, y la construcción de un sistema de carreteras y puentes modernos, fueron causas de relieve. Era allí, la región mejor servida por las carreteras que mandaron construir Williman y Batlle, donde el aumento del precio de la tierra alcanzaba los porcentajes más elevados del país. De 1896 a 1905 el precio promedio en esa zona fue de $ 32,40 la hectárea; de 1906 a 1913 fue de $ 99,87, es decir, un incremento del 208 Yo frente al 18 que subieron los campos en todo el país. (Historia Rural del Uruguay Moderno – Tomo VI. J.P. Barran – B. Nahum. La Civilización Ganadera bajo Batlle (1905-1914). Ediciones de la Banda Oriental. Pág.18 y 19).

[2] Del 12%.
[3] La prensa de la época, “El Siglo” registraba los trastornos que el movimiento huelguista causaba, “...la suba en algunos artículos de primera necesidad, figurando en primera fila la leche de la que, como es sabido, llegan centenares de hectolitros diariamente de establecimientos de campo situados en los departamentos limítrofes al de la capital”. (Historia Rural del Uruguay Moderno – Tomo VI. J.P. Barran – B. Nahum. La Civilización Ganadera bajo Batlle (1905-1914). Ediciones de la Banda Oriental. Pág.129).
[4] Según la prensa de la época “Como se sabe, la huelga de ferrocarriles impide por el momento, el arribo de la hacienda por tren”. “. . . los ganaderos ya no respetan distancias y privados del ferrocarril se lanzan por tierra hasta haciendo 12 días de camino y con las enormes dificultades que se presentan para pastorear...“. (Historia Rural del Uruguay Moderno – Tomo VI. J.P. Barran – B. Nahum. La Civilización Ganadera bajo Batlle (1905-1914). Ediciones de la Banda Oriental. Pág.101).

[5] Historia Rural del Uruguay Moderno – Tomo VI. J.P. Barran – B. Nahum. La Civilización Ganadera bajo Batlle (1905-1914). Ediciones de la Banda Oriental. Pág.204.

[6] La fabrica de esas locomotoras era la Henschel
[7] 624 kilómetros.
[8] Un 25 % de la nómina de funcionarios.
[9] Los técnicos de afe, por ejemplo, habían diseñado y fabricado durmientes de hormigón de resistencia satisfactoria. Su uso en gran escala podía significar un importante ahorro en divisas pues los de madera eran importados. Para la fabricación en gran escala era necesario la instalación de una fabrica en el país, pero como la Consultora francesa había aconsejado reducir la extensión de la red ferroviaria se concluyó que la producción excedería lo que finalmente el Ente utilizaría. Se abandonó el proyecto sin evaluar la posibilidad de su exportación a otros países.
[10] Por otra parte, la variedad del origen de las maquinas, imposibilitaba una política de compras y uso de repuestos más adecuada. Reacuérdese que había equipos ferroviarios de origen americano, francés, alemán, húngaro y japonés.
[11] Incluso, para favorecer a las empresas de transporte carretero, como la onda, se aprobó en el Parlamento la supresión de la línea a Punta del Este, lo que, en principio, fue rechazado hasta por el propio directorio de afe.

[12] La construcción del taller recién fue terminada 12 años después, ya terminada la dictadura en 1988.
[13] El ferrobus 157 cumpliendo el servicio 5424.

martes, 30 de agosto de 2011

Capitulo II. Las Luchas por la Ley Orgánica.

Si bien la lucha de los trabajadores del riel, se remontan a los comienzos de la instalación de los ferrocarriles en el Uruguay, luego de la nacionalización de los ferrocarriles la misma adquiere una nueva impronta, que se relaciona con las distintas situaciones que se generaban a partir de la nacionalización y el proceso de unificación de los ferrocarriles en una sola empresa a cargo del Estado;[1] A estos hechos de por si, ya complejos, se le debe agregar el carácter de esa empresa ferroviaria que se creó y el papel que ella jugaría en la realidad económica y social del país. En ese escenario, se desarrollarán las distintas iniciativas y procesos que se materializaran a partir de la toma de conciencia en la necesidad de unificar los distintos gremios en él existentes.
La creación de la Administración de Ferrocarriles del Estado fue aprobada el 16 de setiembre de 1952 por el Poder Legislativo y promulgada el 19 de setiembre de ese mismo año por el Consejo Nacional de Gobierno. Sin embargo, la aprobación de la carta orgánica de afe, no solucionaría la disímil situación de los diferentes ferrocarriles existentes en el país al efectuarse la nacionalización de los mismos. Esa situación, era una de las principales razones causantes de las sucesivas dificultades que caracterizaban la hasta ese momento corta vida de afe.
Entre el 31 de enero de 1949 y el 19 de setiembre de 1952, el gobierno uruguayo mantuvo la existencia de dos administraciones ferroviarias estatales: la del Ferrocarril Central para las compañías nacionalizadas y los FFCC y Tranvías del Estado. La fusión de estas dos administraciones se concretó con la creación de la "Administración de Ferrocarriles del Estado" (afe) en 1952.
Fusión, sin embargo que no tuvo en cuenta el “carácter técnico de la función directiva del ferrocarril, por lo que (salvo honrosas excepciones), la selección de sus titulares impidió con frecuencia al organismo contar con una conducción que permitiera su funcionamiento correcto, tanto en su organización como en la formulación de planes para promover el desarrollo del país.”[2]

Los ex Ferrocarriles del Estado, tenían un ordenamiento presupuestal y administrativo, diferente al que había imperado en las compañías privadas. Al fusionarse los ferrocarriles, y quedar todo el personal incluido en un solo ordenamiento presupuestal, generó durante mucho tiempo, situaciones que afectaban el eficaz funcionamiento de afe y constantes problemas laborales para sus trabajadores.
Esa situación también se reflejaba en la existencia de una cantidad de organizaciones gremiales que organizaban a los trabajadores del riel, todas ellas filiales de la Federación Ferroviaria y Ramas Anexas del Uruguay, cuya existencia data del año 1944.[3] Si bien posteriormente, el proceso de organización concluiría con la existencia de cuatro filiales que conformarían la Federación Ferroviaria, que antes de la dictadura, se reducirían a tres y posteriormente a ella, casi desaparecería la Federación, manteniéndose como gremial única la Unión Ferroviaria.
Un Bono por valor de $3.00, que se emitió en 1952 como “donación como prueba de apoyo y simpatía a la Gran Campaña pro $70.00 de aumento, Sanción de Ley Orgánica y Equiparación para el trabajador ferroviario”, registra nueve filiales de la Federación ferroviaria y Ramas Anexas del Uruguay: Unión Ferroviaria del FCC; Agrupación de Ferroviarios Administrativos; Unión Ferroviaria del ex Ferrocarril del Midland, Noroeste y Norte; Asociación Ferroviaria Florida –Kilómetro 296;[4] Asociación de Obreros y Empleados Remesa Coches Motores, Asociación Ferroviarios del Este; Asociación Ferroviarios Treinta y Tres – Río Branco; Sociedad de Conductores del Estado;[5] Cooperativa Ferroviaria de Producción y Consumo, y la adhesión de la Agremiación de Obreros y Empleados Ferroviarios del Estado.
Es en ese marco que las movilizaciones del año 1952, tienen como objetivo la sanción de la Ley Orgánica de afe, la equiparación de sueldos y funciones y un aumento salarial para todos los ferroviarios. Para hacer públicos sus reclamos y lograr apoyos políticos y sociales, los trabajadores ferroviarios organizan en el Ateneo de Montevideo un Acto el 21 de junio de 1952.
Los preparativos para esa actividad, están registrados en un acta del 9 de mayo de 1952, de una reunión que se realiza en la sede del Centro de Conductores ubicado en la calle Yí Nº 1722. Allí, convocados por la Agremiación de Empleados y Obreros Ferroviarios del Estado, se reúnen delegados de la Remesa Central,[6] de los Conductores[7] y de los empleados administrativos[8] para constituir la comisión organizadora del acto del 21 del Ateneo. La reunión fracasa al “...no haber concurrido la totalidad de los delegados convocados, se resuelve (…) una próxima reunión, convocando a todos los titulares para darles posesión del cargo…”.[9]
El 10 de junio se realiza la segunda y allí se resuelve invitar a participar del acto a “la prensa capitalina, a los senadores, y (...) hacerla extensiva a los señores ingenieros del ferrocarril, señores Casabó[10] y Maggi[11] y a los miembros de la cámara de representantes que integran la Comisión de Legislación y Códigos y autoridades de la Federación Ferroviaria”. Se acuerdan los recursos para financiar la actividad y delegan a José Barca “para presentar en el micrófono durante el acto a los señores oradores”. Para asegurar la concurrencia de trabajadores que viven alejados de Montevideo se hacen gestiones ante las autoridades “para la corrida de un coche motor especial para poder trasladar a los compañeros a Sudriers una vez terminado el acto”.[12]
Una carta manuscrita firmada por Antonio Musetti como presidente, pone de manifiesto algunos problemas en torno a la actuación de la Comisión organizadora de la actividad. Según esta nota, los ferroviarios que presidía Musetti[13] “hemos autorizado a nuestros delegados para que concurran y colaboren con ustedes siempre que el trabajo a realizarse concuerde perfectamente con los postulados del gremio y lo convenido en el Congreso Ferroviario, Como lo leído en actas difiere con respecto a nuestro pensar hemos autorizado a nuestros delegados a una aclaración sobre el tema teniendo en cuenta que no es posible trabajar por una idea en una comisión y en otra una cosa que difiere totalmente”.[14]
El hecho de que en la reunión del 10 de junio se resolviera “invitar” a las autoridades de la Federación Ferroviaria, parece quedar claro que esta actividad no era una iniciativa que fuera organizada por la Federación. El acta de la reunión del 28 de junio de la Comisión Organizadora que se reúne “para dar por terminada la misión que le fuera encomendada por el Consejo Directivo de la Unión ferroviaria, de organizar un acto de propaganda en el Ateneo de Montevideo…”[15], despeja las dudas sobre quien estaba detrás de la iniciativa y cual era la relación que ella tenía con la Federación.
Otro elemento que marca la complejidad de las relaciones entre las distintas gremiales que agrupaban a los ferroviarios es que en el Bono colaboración emitido por la Federación, figura como adherente y no como filial la Agremiación de Empleados y Obreros Ferroviarios del Estado, que es quien figura como convocante para la constitución de la Comisión Organizadora del acto del 21 de junio.
Finalmente se realiza el acto, con un “éxito total del mismo, tanto en lo que se refiere a la parte oratoria como a la concurrencia”. Hacen uso de la palabra Antonio Varela en representación de la Asociación de Obreros y Empleados de la Remesa Central de Coches Motores, Oscar Echinope de la Asociación de Ferroviarios del Este, Antonio Pérez de la Sociedad Cooperativa de Conductores de la Remesa Central de Coches Motores, Máximo Machín de la Federación Ferroviaria, Oscar Pereira Brum de la Agremiación de Obreros y Empleados del Estado, Agustín Maggi Administrador de la ex Empresa del Ferrocarril Central, el Senador Daniel Fernández Crespo y Aldo Giordano de los Empleados Administrativos.
¿Qué plantearon los oradores? Que no traían “un nuevo problema, sino que nos hemos reunido para tratar un viejo asunto (…) No dudamos de la complejidad del asunto en sí, pero, entendemos que ha trascurrido tiempo más que suficiente para hallar soluciones. Los ferrocarriles fueron nacionalizados a principios del año 1949. Antes de esa fecha, no tuvimos éxito al solicitar mejores económicas, por la Proximidad de la compra de las empresas extranjeras. Luego de la compra, no fue posible conseguir un presupuesto racional, ajustado al momento económico que se vivía; por que la fusión de los distintos sistemas ferroviarios, era inminente y por tal motivo era hasta entorpecer la buena marcha de las cosas, crear un problema, que, lógicamente, si esa fusión se hubiera llevado a cabo, hubiera tenido que estudiarse y solucionarse en forma favorable para los servidores de los ferrocarriles del Estado, ya que sus asignaciones fueron y siguen siendo, en la mayoría de los casos, inferiores a los sueldos que se pagan en el ferrocarril central”. La necesidad de contar con una ley orgánica era defendida con los argumentos de que con la misma “se beneficia al usuario (…) desapareciendo así toda influencia politiquera (…) porque estamos hartos de vivir asfixiados en un ambiente donde el comité político hace estragos en los cuadros administrativos”.
La representación parlamentaria en aquellos años, contaba en sus filas con Rodney Arismendi del Partido Comunista y José Pedro Cardozo del Partido Socialista, sin embargo ni uno ni otros se hicieron presentes en ese acto. Si estuvo el Senador Fernández Crespo del Partido Nacional y otros mandaron adhesiones.[16] La última parte de la alocución nos puede dar una pista sobre esa situación: “Porque no hemos pedido a ninguna bancada legislativa que asumieran la defensa ni el padrinazgo de nuestros postulados y menos hacerlos suyos, porque no necesitamos embanderarnos en ninguna fracción política, debemos decir, que sólo con el propósito mezquino de entorpecer nuestra marcha, puede tomarse este problema como un asunto político. Los elementos de ese partido internacional dentro de los ferroviarios, son muy pocos felizmente, y no han de ser ellos, justamente quienes pretendan llevar banderas de lucha. Debemos cuidarnos de la intromisión de esos elementos que resultan mercaderes de la miseria y el hambre. Y deben tener presente todos los ferroviarios, que nuestra lucha, no es una lucha de ideas ni de banderas, y mucho menos si esas ideas y esas banderas ya se han manifestado en el campo internacional para sojuzgar a los pueblos y someterlos por medio de la prepotencia y el terror. Y para evidencias lo dicho (…) porque un núcleo de obreros no comulgaba con sus directrices, estos señores, que hoy se quieren abrogar la paternidad de nuestra lucha reivindicatoria, han llegado hasta el asesinato[17] a mansalva de un obrero…”.[18]
Al margen de los aspectos que se referían a la Carta orgánica de los ferrocarriles, estos mantenían un abultado déficit financiero. Para cubrir ese déficit y el existente en el Tesoro de Vialidad, el 15 de mayo de 1953 con la firma del Ministro de Hacienda y de Obras Públicas el Consejo Nacional de Gobierno envía a la Asamblea General un proyecto de ley que creaba una llamada “Carta de Porte” de cargas en general y arbitra recursos para cubrir los mencionados déficit. Mediante esa nueva modalidad, todo vehículo dedicado al transporte de animales o mercancías, debía munirse de ese documento oficial que tenía por objetivo informar al Estado sobre la forma en que se desplaza la riqueza nacional. La aplicación de este nuevo impuesto al transporte carretero, se destinaría a cubrir el déficit que existía en el Tesoro de Vialidad. La aplicación a los transportes realizados por ferrocarril, con destino al Fondo de Fomento de los Ferrocarriles del Uruguay, era fundamentado “por tratarse de medios que la comunidad pone al alcance de los productores para facilitarle el acceso a los principales mercados consumidores”.[19]
En noviembre de 1954, a partir de gestiones de las distintas gremiales de los trabajadores ferroviarios, iniciadas cuatro años antes, el Directorio aprueba la reglamentación de un nuevo régimen de horario de trabajo para todo el personal de AFE, que implantó el horario de seis horas continuas para la administración, siete para los obreros de los talleres y ocho para el personal de estaciones, entre otras conquistas.



[1] Originariamente los ferrocarriles eran explotados por diversas empresas, entre ellas: la Central Uruguay Railway Company (Ferrocarril Central del Uruguay); el Ferrocarril Uruguayo del Este posteriormente llamado Ferrocarril Nordeste del Uruguay; el Ferrocarril del Interior, llamado The Pan American Trancontinental Rauieay Company; Ferrocarril Uruguayo del Este; Ferrocarril Florida – Kilómetro 329; Ferrocarril Treinta y Tres a Río Branco; Ferrocarril del Midland, Noroeste y Norte del Uruguay.
[2] Marcelo Benoit, Los Ferrocarriles Uruguayos.
[3] La Federación Ferroviaria fue fundada el 23 de abril de 1944.En 1952 su Presidente era presidida por Angel Valle.
[4] En 1952 su Presidente era Justo Alpuín.
[5] Fue fundada en el año 1939.
[6] Pío Álvarez, José Barca y Lorenzo Tor.
[7] Artañan Aloy.
[8] Carlos Meneses y Julio Pomodoro.
[9] Acta del 9-V-52. Archivo del autor.
[10] El Ingeniero Antonio J. Casabó, Encargado del Despacho de Gerencia de los Ferrocarriles y Tranvías del Estado, era “invitado especial en el estrado que presidirá el acto”.
[11] El Ingeniero Agustín Maggi, Administrador General del Ferrocarril Central del Uruguay, era como “invitado especial en el estrado que presidirá el acto”.
[12] Documento de archivo del autor.
[13] El documento existente en los archivos del autor, no permite identificar que organización gremial representaba Musetti.
[14] Documento de archivo del autor.
[15] Ibid.
[16] Luis Alberto Brause y González Conzi.
[17] Alusión seguramente, a un incidente del 26-IV-52 donde resultan heridos de bala Felipe Nery Aleman del Sindicato Autónomo del Ómnibus y Daniel Bertuas Pallas, que fallece.
[18] Documento de archivo del autor.
[19] Exposición de Motivos del Proyecto de “Ley de creación de la Carta de Porte de mercancías y se arbitran recursos para enjugar el déficit del Tesoro de Vialidad y el de los Ferrocarriles del Estado” del 15/05/53.

lunes, 29 de agosto de 2011

Capitulo III. El primer proceso de unificación.



Un documento, da cuenta de que el 23 de abril de 1953 en el local de la Unión Ferroviaria ubicado en la avenida Sayago 1486 de la localidad de Peñarol, se realiza una nueva reunión que bajo la Presidencia de Secundino Barrios y actuando en Secretaria el Sr. Valles, reúne a varias agremiaciones de los trabajadores ferroviarios con el objetivo de conformar una gremial única. “Respecto a este problema, la gremial única, que es realidad un problema que todo el gremio esta deseando que se solucione de una vez…”, argumentaba uno de los delegados[1] asistentes para fundamentar una mayor intensidad de las reuniones, que era cuestionada por el delegado de la Unión Ferroviaria.
Asistían a esta reunión, con el cometido de “hacer un trabajo y que ese trabajo luego será sometido al Consejo Federal, y este será quien resolverá en primera instancia y después el Congreso”;[2] Domingo Varela de la Unión Ferroviaria; Moore y Valles de la Asociación de Ferroviarios Administrativos; Malfatti por la Asociación Línea Treinta y Tres – Río Branco; Damiano por la Asociación de Obreros y Empleados de Remesa Coches Motores; Cavallo por la Asociación Línea del Este; por la Agremiación de Obreros y Empleados de los ferrocarriles del Estado Arnabal y por la Asociación de Empleados y Obreros de Ferrocarriles Mario Areosa y Porley.
La discusión de un aspecto aparentemente menor, la periodicidad de las reuniones de esa comisión, pone de manifiesto algunos problemas en ese proceso de conformación de la gremial única de los ferroviarios que hasta ese momento constituían una Federación compuesta por 10 filiales. “Unión ferroviaria no ve ningún obstáculo que en este momento, que permanece todavía la Federación Ferroviaria formada por 10 filiales, que los compañeros se vean dificultados porque no está la Gremial Única”.[3] La Unión Ferroviaria, evaluaba el proceso de unificación con tiempos distintos al de la gremial de los ferroviarios de la línea Treinta y Tres - Río Branco que sostenían que “el problema de la Gremial Única no es un problema más, sino que quizás sea el problema más importante que tenemos que resolver a la brevedad posible”, pues sostenía que las reuniones debían realizarse una vez por mes “porque hay una gran cantidad de problemas; no solamente éste, y nosotros no disponemos de tiempo necesario para efectuar reuniones muy a menudo (…) yo creo, ciertamente, que la unificación es necesaria, pero para eso es necesaria la comprensión de todos los hombres que integran las filiales (…) es necesario que para hablar de Gremial Única se llegue a un acuerdo entre las filiales, y así llegar a todos los ferroviarios a una Gremial Única, y creo que las filiales tienen que llegar a esa organización sin que haya discrepancia entre las mismas, por que si se cree que esas discrepancias se van a solucionar por medio de la Gremial Única, yo creo que estamos pisando en falso. Creo que tenemos que llegar a esa gremial bien organizados, porque si no estamos de acuerdo antes de llegar a ella, luego cuando estemos más cerca entraremos en la desconfianza”.[4]
La posición de la Unión Ferroviaria es acompañada a la hora de votar el régimen de funcionamiento por la agremiación de la línea del Este y la de Florida – Kilómetro 319, quedando en minoría frente al criterios sostenido por la agrupación de ferroviarios administrativos, la agremiación de empleados y obreros ferroviarios, agremiación de obreros y empleados ferroviarios, Asociación de Obreros y Empleados de Remesa de Coches Motores y la asociación de ferroviarios de la línea Treinta y Tres – Río Branco.
En la reunión anterior, la Unión Ferroviaria del Midland había presentado una propuesta que sobre la creación de la Gremial Única establecía; “ 1) Esta institución siempre ha bregado por la implantación de la Gremial Única, puesto significaría el ideal institucional del gremio, reunido en una sola institución. 2) Pero considera ala vez, que para llegar a ese punto, el gremio ferroviario debería estar completamente maduro, organizado y unido para su consecución.3) Que no es ningún secreto que algunas de las dificultades enumeradas en el numeral anterior, están muy lejos de alcanzarse. Teniendo en cuenta todo lo expuesto, resuelve: Que para llegar a la madurez, completa organización y completa unidad del Gremio Ferroviario, entiende esta filial que debe darse un primer paso fundamental: la formación de tres gremiales, que en lugar de encontrarse dispersa en diez u once se unirían para formar ese número inferior constituyéndose la Federación Ferroviaria. Tales filiales serían:
1) Gremial ex Ferrocarriles Midland, noroeste y norte.2) Gremial del ex Ferrocarril Central.3) Gremial del ex Ferrocarril del Estado. Así se irá llegando a la unificación total, que será el momento de tratar sobre firme, este tema de la Gremial Única”.
Abierto el debate y luego de definir si primero se discutía la denominación que tendría la Gremial Única o la propuesta de los ferroviarios del Midland, se empiezan a manifestar las distintas posiciones. Arnabal, es quien abre los cuestionamientos a la propuesta de los ferroviarios del litoral: “Yo sobre este punto discrepo con la proposición del Midland en cuanto a la formación de tres gremiales, como paso previo (…) nosotros nos reunimos para tratar el problema de la Gremial Única y no de tres gremiales como paso previo (…) para el Midland, no habría problema, sería seguir con las cosas como están. En el caso de la gremial del ferrocarril Central, hasta no habría inconveniente, y que las dos gremiales o tres gremiales, que existen, la Unión Ferroviaria, afa y adoef, tienen su sede aquí en Montevideo y no tendrían inconveniente en hacer reuniones, pero no sucedería lo mismo con el Estado, en que las gremiales que existen están separadas por grandes distancias”. A esas dificultades Valles agrega “rechazo la proposición del Midland en este aspecto[5] porque la veo incompatible, con nuestro principio de Gremial Única”.
La Unión Ferroviaria a través de su delegado Varela, pregunta si la posición del Midland es terminante, ya que esa gremial no se encontraba presente.
Valle anota, “que no es un reproche lo que voy a decir, la posición del Midland que ha tenido siempre una posición propia de la gente de Paysandú, un espíritu localista, muy cerrado que siempre se ha manifestado, teniendo en cuenta, también, las razones de distancia que median entre la gente del Central y aquella gente. La característica propia de aquella gente de esa línea es la de pertenecer a una empresa completamente distinta, y sobre todo una empresa que se caracteriza por los salarios más bajos y por las peores condiciones, y por lo tanto ha hecho formar a esos compañeros un block muy cerrado y diferente, y no se puede pedir que en un momento así, dado, puedan dejar de lado y despojarse de todo eso, despojarse completamente de su regionalismo, de sus condiciones, para venir a dejar todo por una gremial única, pero creo que se puede llegar a una forma que contemple esa situación”.
Las interrogantes que en el curso de esa reunión plantea Varela “¿Pero que pasaría si esta posición del Midland no la variasen y mantuvieran su tesis? Y si siguiéramos hablando de Gremial Única y si una de las gremiales no concuerda con nuestra formula quedaría todo supeditado y trancado por esta causa? Porque en realidad esa no sería la finalidad buscada”, serán respondidas por los hechos. No existiría una Gremial Única, sino una federación, la Federación Ferroviaria integrada por tres gremiales filiales: la Unión Ferroviaria del Midland, la Unión Ferroviaria y la Sociedad de Conductores de Coches Motores. A esta situación y no por razones geográficas, de actividad laboral, sino más bien político-ideológicas, se agregaría la Organización de Ferroviarios Unidos (ofu).
Sobre ese proceso de conformación de la unidad del gremio ferroviario, no contamos con más documentos que nos permitan seguir el proceso en sus detalles.











[1] Arnabal, delegado de la Agremiación de Obreros y Empleados del Ferrocarril del Norte.
[2] Archivo del autor.
[3] Domingo Varela delegado de la Unión Ferroviaria. Archivo del autor.

[4] Ibid.

[5] Valles se refería a que pronto saldría un presupuesto único para el Ente ferroviario y ya habría división geográfica de uno zona u otra, y el personal ferroviario tendría una gran movilidad entre las actuales líneas.

lunes, 8 de agosto de 2011

Capitulo IV. LOS FERROCARRILES A 4 AÑOS DE SU NACIONALIZACIÓN.






Capitulo IV

LOS FERROCARRILES A 4 AÑOS DE SU NACIONALIZACIÓN.

            La necesidad de acudir a un nuevo impuesto para cubrir el déficit de los ferrocarriles, esta claramente explicitado en los fundamentos del proyecto de ley que en gobierno envía al Parlamento. Esa situación sin duda, será históricamente una de las causas que dará lugar a dos aspectos que pautaran las luchas de sus trabajadores: el deterioro de los servicios y la postergación de reclamos salariales.
Según lo fundamentan las autoridades gubernamentales, “En el período en que el ex—Ferrocarril Central, después de nacionalizado, continuó bajo la administración anterior, hasta que el Estado lo tomó a su cargo, la compañía extranjera no se preocupó mayormente de realizar la conservación ordinaria y las renovaciones y mejoras del patrimonio, obra que debe afrontar ahora la nueva administración del Organismo”. Y por otro lado relaman recursos que le permitan además, atender “ la necesidad, reconocida, de estricta justicia, de elevar los sueldos a sus funcionarios y la regularización de la situación funcional (…) aumento de asignaciones que se debe atender por ajuste en la escala de personal de conducción; maquinistas, foguistas y conductores, etc.”.[1]
            Es de hacer notar, que además de las necesidades financieras, el proyecto de ley abunda en consideraciones que hacen pensar en una preocupación real del gobierno con relación al papel futuro que desempeñarían los ferrocarriles en el destino del país. Más allá, que las futuras conductas desmentirían la seriedad de esas preocupaciones, es importante registrarlas. Por ejemplo, la implantación del nuevo impuesto a las cargas era fundamentada en una necesidad de “El estudio del movimiento y el registro estadístico de los bienes transportados (…) el desplazamiento por clases, ya se trate de materias primas o de la producción agropecuaria, industrial o extractiva. (…) la principal ventaja que se derivará de la “Carta de porte” radicará en el estudio económico de los transportes (…) ordenar los medios de transporte, evitando la superposición de sistemas afines en algunas zonas, mientras otras carecen de ellos; selección de las zonas más convenientes para cada modalidad de explotación agropecuaria, dotándolas de los medios de transporte adecuado;  A la regulación de tarifas,  Abatir el costo del transporte sobre la base de un mejor aprovechamiento de los medios utilizados, clasificando las cargas y horarios de recorridos”.
            Políticas radicalmente opuestas a las formuladas por el Consejo Nacional de Gobierno en el año 1953, serán las que conducirán a un continuo deterioro de los ferrocarriles en el Uruguay, las aspiraciones de “Economizar al país las sumas que se pierden por el esfuerzo opuesto de los distintos intereses en juego, sin directivas racionales de ordenamiento”, serán vanas promesas que se las llevará el viento. La conciencia creciente de ello, la perdida de fuentes de trabajo y un país que se hundía junto a los ferrocarriles, darán el marco a muchas de las luchas de los ferroviarios hasta nuestros días.
            Una muestra de la precariedad y falta de políticas reales para el mantenimiento de los ferrocarriles, puede encontrarse en un aviso cursado por las autoridades de afe a los conductores con el objetivo de “conservar tanto la integridad física del pasaje como el parque de coches motores” cuando “el número de pasajeros o el peso de la carga (…) supere los limites autorizados (…) se deberá limitar la velocidad a un máximo de 30 kilómetros por hora” y cuando “los pasajeros viajen colgados, se podrá reducir aún más la velocidad…”.[2]






[1] Exposición de Motivos del “Proyecto de Ley de creación de la Carta de Porte de mercancías y se arbitran recursos para enjugar el déficit del Tesoro de Vialidad y el de los Ferrocarriles del Estado” del 15-V-53.
[2] Nota del 29-I-72 del Sub Jefe de  Departamento de Tracción Ingeniero Jorge López Tizón, archivo del autor.

viernes, 1 de julio de 2011

Capitulo V. 1959.






Capitulo V

1959.

            Los motivos que darán origen a las luchas del año 59, tenían sus antecedentes en el régimen de viáticos y compensaciones para el personal ferroviario que por razones de servicio actuaba fuera del lugar donde vivía. Ese régimen que regia desde el año 1955, y era catalogado por la gremial de “irracional e injusto” al establecer topes máximos, había sido producto de un Convenio entre el Ministerio de Obras Públicas, el Directorio de afe, la Federación Ferroviaria y la Comisión Asesora de AFE. Ese Convenio también había estipulado el funcionamiento de una Comisión integrada por las partes ante quien se habían radicado los cuestionamientos  sin lograr ningún resultado positivo”.
            A principios de 1958, una iniciativa del Director de afe, el Teniente de Navío Carlos Garat, tampoco logro avances en el tema. En setiembre de ese mismo año, trabajo una nueva Comisión a instancias del gremio, que traslado al Directorio un proyecto de Reglamento de Viáticos y Compensaciones, que incluía, además del personal de guardas y conducción[1], a los trabajadores de las cuadrillas de Vías y Obras.
            El 27 de enero de 1959, la Federación Ferroviaria le reclama al Directorio la aprobación del nuevo Reglamento o que en su defecto y en carácter provisorio establezca un aumento del 50% de los actuales viáticos y compensaciones “pues los vigentes, producen al trabajador un doble déficit: el de su hogar, impuesto por el alto costo de la vida, y el que impone el cumplimiento del servicio, ambos cada día agudizados por el constante alza de los precios[2]. Ante ese reclamo el Directorio se había limitado a decir que “no puede encarar el problema por más que comprendía la necesidad del personal” debido “al cambio político habido en el país y a la resolución del Consejo de Gobierno en materia de Presupuesto”.
            El 6 de febrero, en conferencia de prensa la Unión Ferroviaria resuelve dos paros de medía hora del personal de Conducción y Guardas para el día 11 y convocar a una Asamblea General de Delegados para los días  7 y 8 de marzo “a efectos de adoptar las medidas que las circunstancias aconsejen”.[3]
            El 2 de julio de 1959, la Federación Ferroviaria realiza una conferencia de prensa en la que informan de las reivindicaciones que vienen formulando desde tiempo atrás (llenado de vacantes, valoración de funciones, presupuestación de personal, incremento de viáticos y aumento general de $150.00), al Directorio “reiterada en varias oportunidades” y “hasta la fecha no se vislumbran soluciones”, por lo que”ha decretado la movilización total del gremio”.[4] Según informa al Federación cuando se creó AFE revistaban en el organismo 10.000 ferroviarios, y en julio de 1959 solo quedaban 9.500, de los cuales 2.500 estaban sin presupuestar.
            El 6 de julio se realiza un acto de los ferroviarios en el Ateneo de Montevideo.
            El 12 de setiembre, los ferroviarios  celebran su V Congreso Nacional para definir un conjunto de puntos, que constituirán las reivindicaciones  que pautaran un plan de lucha para los últimos meses de ese año. Entre las resoluciones están aquellas que determinan las futuras medidas de lucha: declarar al gremio en estado de alerta, constituir un Comité de Acción Gremial al que facultan a tomar las medidas que estimen convenientes, un plazo de 30 días para tomar medidas de lucha y dos medidas de lucha para los días 18 y 30 de setiembre.[5]          El Congreso tuvo a su consideración, el ingreso del gremio ferroviaria a la Mesa Coordinadora de Entes Autónomos, resolviendo aprobar el ingreso condicionándolo a  a que todos los gremios se comprometan a no tomar ninguna medida de lucha sin ser resuelta por la Coordinadora; que el gremio que no acate esa decisión, “lo hará a su solo riesgo y no implicará en el mismo a los demás integrantes”; las posiciones “que presenten las Organizaciones tendrán que contar con la aprobación previa de la Asamblea del gremio que la formule”.     
            El 14 de setiembre la Federación Ferroviaria traslada al Directorio los reclamos resueltos por el V Congreso Extraordinario Ferroviario.
            El 18 de setiembre se realiza la primera medida resuelta por el Congreso. A las 10 y 30 horas por espacio de un minuto se hacen sonar los silbatos de las locomotoras.
            El 30 de setiembre, se realizan dos paros de media hora en todas las líneas férreas.[6]
            El primero de octubre, es puesto en conocimiento de la opinión pública la decisión de un conjunto de gremios, entre los que se encontraban además de los ferroviarios, el Sindicato Autónomo del Ómnibus, el Sindicato Regucci y Voulminot, la Unión Centros de Marinos, la Unión de Obreros y Empleados de Ómnibus Interdepartamentales y el Comité Acción Obrera Independiente de amdet, de propender a la creación de la Federación de los Trabajadores de la Industria del Transporte y Afines, “que agrupe en su seno a organismos sindicales de probada y límpida actuación”.[7] La iniciativa apuntaba a relacionar dicha federación “en el plano internacional con la poderosa Federación Internacional de Obreros del Transporte (itf)”. Esta iniciativa era impulsada por una Comisión pro Federación Nacional del Transporte y Afines integrada  por la Unión Ferroviaria junto a otros 4 sindicatos y levantaba un plan primario de reivindicaciones  que incluía Convenios Colectivos con escala móvil semestral; jubilación a los 25 años y el 3x4 jubilatorio; representación obrera en la Caja de Jubilaciones, Extensión del subsidio por enfermedad; Aumento de las Asignaciones Familiares; ley de fueros sindicales y Reforma Agraria. Según estos gremios, “poderosos gremios de esta industria, ante el fracaso de las Federaciones existentes, por su notoria vinculación política, y por su escaso interés en los problemas propios que nos afectan…”.
            El 27 de octubre la federación Ferroviaria mantiene una entrevista con el Directorio de AFE, en la que las autoridades le trasladan una propuesta salarial.
            El 30 de octubre, la Federación Ferroviaria le responde al Directorio de afeque  los referidos aumentos son insuficientes (…) y no contempla las solicitudes y reclamaciones del V Congreso Extraordinario Ferroviario”.[8]
            En el marco de reclamos salariales “nuevamente se ha puesto en marcha el gremio ferroviario. 10.000 trabajadores distribuidos hacia los cuatro puntos cardinales de la república, formando grupos disímiles por sus funciones, costumbres, educación y medios ambientes, pero unidos por ese hermoso sentimiento que es la solidaridad humana, han rodeado las organizaciones gremiales, aprestándose para la lucha que parece inevitable[9]. Los reclamos de la organización gremial de los ferroviarios, estaban radicados en lograr además de un ajuste salarial de carácter general, que desde el 1º de enero de 1959 el valor de la compensación de la “Olla” sea de $2,40 para el personal de las cuadrillas de Vías y Obras, promociones, presupuestación de personal, viáticos.
            El incremento de la movilización  que se materializaba con una manifestación del gremio a realizarse el 4 de noviembre, tenía decidido la realización de un paro al día siguiente y la huelga el día 10. La profundización de las medidas, habían sido precedidas de giras al interior y 23 asambleas en distintos puntos del país[10] y una intensa información brindada por las audiciones radiales que tenía el gremio.[11]
            Un artículo titulado “Sin precipitaciones y sin dilaciones”, daba cuenta de una polémica que sin duda estaba instalada en el gremio: “Hemos escuchado a nuestros compañeros censurar la demora en comenzar la lucha activa”. Luego de explicar que “la organización de un movimiento de esta amplitud y consecuencias requiere una cuidadosa preparación”, deja constancia de que “existen otros factores, que por razones obvias no podemos hacer públicos, y que inciden de manera fundamental en la táctica de lucha que debemos seguir”.
            Otro artículo se refería a otro problema que enfrentaba la movilización que era producto del nuevo mapa político instalado en el país a partir de las últimas elecciones. El mismo buscaba “alertar (…) para el momento en que la lucha entre en sus fases más duras (…) en dichos momentos corra también entre nuestras filas el infundio (…) que estos movimientos se realizan con el objeto de hacer fracasar en su gestión al presente gobierno (…) pocos gremios o ninguno han combatido con mayor fervor que el nuestro la infiltración política en sus filas (…) son precisamente quienes conociendo necesidades que rompen los ojos, de sus centros políticos traen a los gremios las consignas partidarias (…)pretendiendo atar los brazos a los trabajadores para impedir, las luchas (…) el gremio debe marcarlos a fuego porque son precisamente, agentes de la división que los trabajadores honestos tienen la obligación de combatir para mantener a sus sindicatos como una sólida herramienta en defensa nada más que de sus legítimos intereses”.
            El 24 de noviembre,[12] en una conferencia de prensa, la Federación Ferroviaria que venía realizando movilizaciones, reconoce que “en toda nuestra lucha gremial realizada, no hemos podido alcanzar el establecimiento de un aumento que compense la pérdida de nuestros índices de consumo”.
                        A raíz de dicho conflicto  se había instalado una Comisión Mediadora que había llegado a un supuesta formula de arreglo de un 30% de aumento, que los ferroviarios evaluaban que “dista mucho de nuestras aspiraciones”. Efectivamente, la Dirección de Estadísticas y Censos establecía las fluctuaciones  de los índices de precios de los artículos, llegaba a cifras muy alejadas del 30% que ofrecía la Comisión Mediadora.[13] Los ferroviarios denunciaban, por otra parte la discriminación que sufrían con relación  a los aumentos que recibían otros gremios.[14]
            El 25 de noviembre el Comité de Acción Gremial pone en conocimiento del gremio ferroviario, los resultados logrados en las tratativas con la Comisión Mediadora en acta firmada el 25 de noviembre y por la cual se había resuelto no iniciar la huelga por tiempo indeterminado programada para ese mismo día. Las tratativas se realizaron en el Senado de la República y fueron suscritos por los senadores  Wáshington Beltrán, José Pedro Bruno, por AFE su Presidente y Vicepresidente Raúl Penadés y Carlos M. Garat; y por la Fedración Ferroviaria, su Presidente  Asunción Sánchez, y los directivos Casal, Juan F. Delfino, Julio R. Bornio, Omar Bellerati, Domingo Varela, Pedro Toledo, Adalberto Engel y Edilberto Fornesi.
            La Federación Ferroviaria deja constancia que ha levantado la iniciación de la huelga decretada para el día de hoy, a los efectos de poner a consideración del gremio la fórmula acordada, y acuerda que las filiales que componen la Federación, consulten a sus respectivas asambleas sobre el convenio suscrito, debiendo expedirse antes del día 2 de diciembre en que se reuniría el Comité de Acción Gremial para tomar posición definitiva.[15]












[1] El personal de Conducción comprendía a maquinistas, foguista y conductores de coches motores. Los dos primeros por ley 9.700 del año 1937 tenían derecho a acogerse a la jubilación, a cualquier edad a partir de contar con 30 años de servicio, de los cuales los 10 últimos deberían ser en ejercicio de su profesión. Al nacionalizarse los ferrocarriles, la ley 10.937 del año 1947, extiende el beneficio a ese personal cuando sean funcionarios de una empresa pública y a los conductores de coches motores. Documento (141037FF) archivo del autor. 
[2] El valor del viático diario era de $ 6.00 y el tope máximo mensual de $ 80.00.
[3] Documento de la Unión Ferroviaria del fcc de archivo del autor.
[4] Documento de archivo del autor.

[5] Documento de archivo del autor.
[6] Ibid.
[7] Ibid.
[8]  Ibid.
[9] Ibid.

[10] Entre el 17/11 y el 30/11 se realizaron asambleas en Estancuela, Rosario, Cerro Chato, Melo, Monte Coral, Sarandí del Yí, Kilómetro 296, en Reboledo, San Ramón, Suárez, San José, Tupambaé, Fraile Muerto, Talita, Chileno, Blanquillo, Toledo, Mal Abrigo, Tapia, Solís, La Floresta, Molles, Mansavillagra, Pan de Azúcar, Sudriers, San Carlos, José Ignacio y Rocha.
[11] Los martes y viernes a la hora 18.45 en CX 24 La Voz del Aire y los jueves a las 18.30 en CX 10 Radio Ariel.
[12] Documento de archivo del autor.
[13] Según Estadísticas y Censos, de junio de 1958 a junio de 1959, existió una suba del 54%, lo que sumado  un promedio de los meses  de junio a noviembre, lo elevarían a un 76,5%.

[14] El gremio bancario un 50.03% ancap y pluna  encima del 55%.
[15] Según la formula acordada, se lograba un 5% más de lo ofrecido en una propuesta anterior, llevando el porcentaje de aumento  para el año 1960 a 35% y además se establecen  formulas referentes a otras reivindicaciones planteadas.